

Auditorio Nacional 20:30 hrs.
CDMX
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Dimash Qudaibergen nació el 24 de mayo de 1994 en Aktobé, Kazajistán, y es mucho más que un cantante: es un fenómeno vocal que ha dejado al mundo sin aliento. Sus papás son Kanat Aitbayev y Svetlana Aitbayeva, quienes están profundamente ligados al arte y la cultura, por lo que el intérprete creció en un entorno donde la música era parte del aire que se respiraba. Su mamá es una reconocida soprano y su padre ha trabajado en el desarrollo cultural de su país, lo que explica por qué desde niño mostró una sensibilidad artística fuera de lo común.
A los 5 años Dimash ya tocaba el piano y a los 6 comenzó a ganar concursos musicales. Su formación fue tan completa como intensa, pues estudió canto clásico, música contemporánea, composición y dirección coral. Desde muy joven mostró una curiosidad insaciable por explorar distintos géneros musicales, lo que más tarde se convertiría en una de sus mayores fortalezas como artista.
El cantante estudió en la Escuela Superior de Música Akhmet Zhubanov y luego en la Universidad Nacional de las Artes de Astana, en donde se especializó en canto contemporáneo. Su rango vocal, que abarca seis octavas (se refiere a la capacidad de un cantante para cubrir un rango vocal que abarca seis intervalos completos de octava, es decir, seis veces la distancia entre una nota y otra con el mismo nombre, pero a frecuencias diferentes) lo cual lo convirtió en un prodigio. No solo podía alcanzar notas altísimas con claridad, sino que también dominaba registros graves con una profundidad sorprendente.
Durante su adolescencia y juventud participó en diversos concursos musicales que le dieron notoriedad en Asia Central. Ganó el Sonorous Voices of Baikonur (2010), Zhas Kanat (2012), Oriental Bazaar (Ucrania, 2012) y Meikin Asia (Kirguistán, 2013). Pero fue en 2015, al ganar el prestigioso Slavianski Bazaar en Bielorrusia, cuando su nombre comenzó a resonar más allá de las fronteras de Kazajistán. Su interpretación de la canción "Daididau" dejó al jurado sin palabras, y desde entonces su carrera tomó un rumbo internacional.
Para 2017 Dimash Qudaibergen se presentó en el programa chino I am a singer, una competencia televisiva de alto nivel en donde artistas consagrados compiten semana a semana. Su interpretación de "SOS d’un terrien en détresse", una pieza francesa extremadamente compleja, se volvió viral. Aunque no obtuvo el primer lugar en el concurso, su impacto fue tan grande que millones de personas comenzaron a seguirlo. Su habilidad para cambiar de registro vocal en segundos, su expresividad y dominio escénico lo convirtieron en una sensación global.
Desde entonces ha cantado en más de 14 idiomas, incluyendo kazajo, ruso, inglés, mandarín, italiano, francés, español, alemán, turco y japonés. Su estilo musical es una mezcla única de pop operístico, folk, música clásica y neoclásica. No hay etiquetas que lo definan, ya que es su propio género. Su versatilidad le permite interpretar desde arias de ópera hasta baladas pop, pasando por canciones tradicionales kazajas y piezas experimentales.
Aunque su discografía no es extensa, cada presentación en vivo de Dimash es una experiencia inolvidable. Su primer álbum, iD, fue lanzado en 2019 y contiene temas como "Screaming", "Golden" y "Be with me", que muestran su capacidad para fusionar géneros y emociones. También ha grabado sencillos como "Across endless dimensions", "The story of one sky" y "Okay", cada uno con una producción cuidada e interpretación vocal impecable.
Su gira D-Dynasty Tour lo llevó por China, Rusia y Europa entre 2017 y 2019. En 2019 hizo historia al presentarse en el Barclays Center de Nueva York, siendo el primer artista kazajo en ese escenario. También lideró el Arnau Tour, con fechas en Letonia, Ucrania, Rusia y otros países. Sus conciertos combinan efectos visuales impactantes, coreografías teatrales y una voz que parece desafiar las leyes de la física. Cada show suyo es una experiencia multisensorial que deja al público con la piel erizada.
Además, ha participado en eventos internacionales como el Festival de Cannes, la Expo 2020 en Dubái y el Festival de Música de Viena. Su presencia en estos escenarios demostró que su arte trasciende fronteras y culturas.
El intérprete ha recibido numerosos reconocimientos, como el título de Honoured Worker of Kazakhstan, Song of the Year en 2019 y People’s Artist of the Kyrgyz Republic en 2025. También ha sido nombrado Embajador Cultural de Kazajistán y le han dado premios en China, Rusia y Europa por su contribución a la música y la cultura.
Pero más allá de los reconocimientos, su verdadera marca está en cómo ha redefinido el concepto de cantante. No se rige por fórmulas comerciales, ni se limita a géneros, se atreve a interpretar piezas que pocos se atreven. Su comunidad de fans, conocidos como los "Dears", se extiende por todo el planeta y lo acompaña con una devoción que pocos artistas pueden presumir. Y no solo admiran su talento, sino también su humildad, ética de trabajo y compromiso con la autenticidad.
A pesar de su fama global, el cantante mantiene una vida personal discreta. Es musulmán, muy cercano a su familia y ha declarado en varias entrevistas que su misión es unir culturas a través de la música. Ha rechazado contratos con grandes discográficas que querían moldearlo a estándares comerciales, así que prefirió seguir su propio camino. Para él la música no es competencia, sino una forma de compartir emociones y conectar con el alma de los demás.
También ha expresado su preocupación por el estado actual de la industria musical, en donde muchas veces se prioriza la imagen sobre el contenido. Él apuesta por la profundidad, el arte que toca el corazón y la música que tiene algo que decir. Su enfoque filosófico lo ha convertido en un referente para jóvenes artistas que buscan autenticidad en lugar de fama rápida.
Dimash ha sabido aprovechar las redes sociales para expandir su arte. Su canal de YouTube acumula millones de vistas y sus presentaciones se viralizan constantemente. En Instagram y TikTok comparte ensayos, momentos detrás de cámaras y reflexiones personales. Su presencia digital no es solo marketing, es una extensión de su sensibilidad artística. Cada publicación suya es una ventana a su mundo, en donde la música se vive con honestidad y profundidad.
Además, interactúa activamente con sus fans, ya que responde los mensajes que le mandan, comparte contenido exclusivo y agradece el apoyo constante. Esta cercanía ha fortalecido su comunidad global y ha hecho que sus seguidores se sientan parte de su viaje artístico.
Imágenes: Tösö8, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons y Onur T, CC BY 2.0, vía Flickr