Chuck Berry cumpliría 99 años: recordemos al eterno arquitecto del rock and roll
El 18 de octubre de 1926, en la ciudad de San Luis, Misuri, Estados Unidos, llegaba a este mundo Charles Edward Anderson Berry, mejor conocido como Chuck Berry. Mientras Estados Unidos disfrutaba de los felices años 20, nadie podía sospechar que aquel niño afroamericano redefiniría el sonido de una nación. Su hogar, en el próspero vecindario afroamericano de The Ville, fue testigo de sus primeros acercamientos a la música a través del coro de la iglesia Bautista de Antioch, en donde su papá, Henry Berry, era diácono, y su mamá, Martha Berry, fungía como directora del coro. Esa formación inicial en el gospel, combinada con las lecciones de guitarra que recibió en la escuela Sumner High, sembró la semilla de un genio creativo que marcaría un antes y un después en la historia musical.
El cantante creció en una era de segregación racial profundamente arraigada, pero su talento trascendería todas las barreras sociales. Sus años formativos estuvieron marcados por la fascinación por el blues de Muddy Waters que escuchaba en las emisoras de radio, mezclado con el country y western de Hank Williams que sonaba en las ferias estatales. Esta fusión única de influencias, que parecía improbable en la América dividida de los años 40, se convertiría con con el tiempo en la esencia misma de un nuevo género musical que conquistaría al mundo: el rock and roll. Su exposición a diferentes estilos musicales le permitió desarrollar una sensibilidad única que resonaría con audiencias tanto blancas como afroamericanas.
Los años de aprendizaje: forjando un estilo único
Antes del estrellato, la vida de Berry tomó caminos complejos que moldearían su carácter resiliente. Un incidente juvenil de robo a mano armada, junto a dos amigos, lo llevó a un reformatorio cuando apenas tenía 18 años, en donde permaneció desde 1944 hasta 1947. Esos años difíciles, lejos de apagar su ambición, avivaron su determinación por triunfar y lo expusieron a diversas tradiciones musicales que enriquecerían su estilo. Al recuperar la libertad se estableció, formó una familia con Themetta Suggs, su matrimonio duró 68 años, y trabajó en diversos oficios, desde ensamblador en la planta de Fisher Body de General Motors, hasta esteticista en el salón de belleza de su familia.
Sin embargo, en1952 su carrera dio el giro definitivo al unirse al Johnnie Johnson Trio como sustituto del guitarrista principal. Su carisma natural e innovadora forma de tocar la guitarra eléctrica pronto lo pusieron al frente del grupo, que lo rebautizaron como Chuck Berry Combo. Durante tres intensos años perfeccionaron su acto en los clubes de San Luis, pero su sede principal fue en el Cosmopolitan Club, en East Saint Louis. El cantante refinó meticulosamente su show, desarrollando su característico "duck walk" ("paso de pato"), ese movimiento en donde avanzaba por el escenario en cuclillas mientras tocaba, y fusionando canciones country como "Ida red", con ritmos R&B acelerados, creando un sonido fresco que electrizaba al público multirracial que abarrotaba sus presentaciones.
Su éxito cambió la música para siempre
El gran salto a la fama de Chuck, quien estaría cumpliendo 99 años, le llegó en mayo de 1955, durante un viaje a Chicago cuando seguía el consejo de su ídolo, Muddy Waters. Berry conoció a Leonard Chess, cofundador de Chess Records, en una audición que sería histórica para la música popular. La sesión comenzó con Chuck Berry interpretando "Ida red", una canción country tradicional. Chess, visionario como era en la industria musical detectó el potencial y le sugirió que grabara una versión de ritmo más acelerado con letras renovadas. El resultado fue "Maybellene", un éxito arrollador que llegó al número uno de las listas de rythm and blues y al top 5 de las listas pop, un logro casi inaudito para un artista afroamericano en un Estados Unidos segregado de los años 50.
Entre 1955 y 1959 se consolidó como la estrella más importante e influyente del rock and roll temprano. Canciones como "Roll over Beethoven", "School day", "Rock and roll music" y su obra maestra narrativa "Johnny B. Goode" se convirtieron en himnos de una generación que buscaba su propia identidad musical. Sus letras, ingeniosas y llenas de imágenes vívidas, hablaban de coches rápidos, romance adolescente y la vida estadounidense con una sofisticación literaria que pocos compositores populares podían igualar. Su guitarra, con esos riffs brillantes y llenos de energía que abrían "Johnny B. Goode", se convirtió en el sonoro emblema de una nueva era musical que rompía barreras raciales y generacionales.
El padre fundador del rock
La influencia de Berry es el ADN fundamental del rock and roll. The Beatles versionearon "Rock and roll music" en su álbum Beatles for sale, mientras que los Rolling Stones hicieron lo propio con "Come on", su primer sencillo. The Beach Boys basaron "Surfin' U.S.A." en el ritmo de "Sweet little sixteen", y Bob Dylan reconocía en sus letras una maestría narrativa que aspiraba a emular.
Su estilo fue la plantilla fundamental que definiría décadas de la música popular. Su uso de acordes de 12 compases del blues acelerados hasta la frenética velocidad del rock, sus solos de guitarra llenos de carisma melódico y sus letras ingeniosas llenas de historias e imágenes vívidas crearon la fórmula que todos los grupos de garage y estrellas futuras seguirían. Sin él, el rock tal como lo conocemos, desde los Beatles hasta los Rolling Stones, desde Bob Dylan hasta Bruce Springsteen, simplemente no existiría en su forma actual. El intérprete no fue solo un pionero entre otros, fue el arquitecto principal que diseñó los cimientos estructurales sobre los que se construyó todo lo que vino después.
Reconocimientos y vida posterior del músico eterno
El reconocimiento a su monumental contribución fue llegando con los años, aunque muchos consideran que llegó tarde para un artista de su talla. En 1984 recibió el premio Grammy a la Trayectoria, uno de los honores más prestigiosos de la industria musical. Dos años después, en 1986, se convirtió en uno de los primeros músicos incluidos en el Salón de la Fama del Rock and Roll. A esto le siguió, en el 2000, el prestigioso Premio Kennedy de las Artes Escénicas.
Además, continuó activo y actuando con sorprendente energía hasta sus últimos años, con sus legendarios conciertos los miércoles en el Blueberry Hill, de San Luis, en donde tocaba para audiencias multigeneracionales. Su última sorpresa para el mundo fue el álbum Chuck, que salió en 201, el primero en 38 años, un día antes de su fallecimiento. El disco se lo dedicó a Thelmetta, su esposa durante 68 años. Este testamento final, que incluía colaboraciones con sus hijos, Charles Berry Jr. e Ingrid Berry, demostró que, hasta el final, la música fue su razón de ser y su lenguaje natural de expresión.
Chuck Berry dejó un impacto cultural permanente
Su influencia se extiende mucho más allá de las listas de éxitos y los escenarios. Su música se convirtió en un puente cultural en un Estados Unidos racialmente dividido, atrayendo tanto a audiencias blancas como afroamericanas en una época en donde la segregación era ley en muchos estados. Sus presentaciones en teatros como el Fox en Brooklyn o el Paramount, ambos en Nueva York, demostraban que su trabajo podía unir lo que las leyes separaban. Sus letras capturaron el espíritu de la juventud de los años 50 de una manera que resonaba a través de las divisiones raciales, creando una cultura juvenil compartida que prepararía el terreno para los movimientos de derechos civiles.
Su legado permanece vibrante en el siglo XXI. "Johnny B. Goode" fue incluida en el Disco de Oro de las Voyager, una cápsula del tiempo interestelar que viaja por el espacio con lo mejor de la creatividad humana. Sus creaciones musicales han sido fundamentales en incontables bandas sonoras de películas, desde Volver al futuro hasta American graffiti, en donde transmitió su espíritu a nuevas generaciones. Instituciones educativas como el Museo Nacional de Historia Afroamericana del Smithsonian, conservan sus guitarras y trajes como reliquias culturales, mientras que muchas universidades analizan sus letras como literatura estadounidense significativa.
La inmortalidad de un pionero en la música popular
Chuck Berry falleció pacíficamente el 18 de marzo de 2017, en su hogar de Wentzville, Missouri, a los 90 años, rodeado de su familia. Su partida cerró el capítulo vital del hombre, pero no el de su legado, que continúa creciendo y expandiéndose. Sus canciones siguen sonando con la misma fuerza y frescura que en los años 50, como un recordatorio perpetuo de su genialidad atemporal. Cada vez que una guitarra eléctrica toca un riff contagioso, cuando una banda toca con gran energía y un cantante cuenta una historia con ingenio y ritmo, él está presente en el escenario.
Al cumplirse 99 años de su nacimiento, su figura se agiganta con el paso del tiempo. Chuck no necesita aniversarios redondos para ser recordado; su celebración es diaria, en cada estación de radio de rock, concierto al aire libre y acorde que lleva su sello distintivo. Fue, es y será la piedra angular sobre la que se erige la historia de la música popular del siglo XX, el eterno arquitecto del rock and roll cuyo genio creativo continúa inspirando a músicos y encantando a audiencias en cada rincón del planeta en donde la música pueda escucharse.
Imagen: Facebook: @ChuckBerry
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