Jim Morrison murió en París el 3 de julio de 1971 a los 27 años en circunstancias rodeadas de misterio y silencio mediático

53 años sin Jim Morrison: el día en que el rock perdió a su poeta más salvaje

El 3 de julio de 1971, en un departamento del barrio de Le Marais, en París, Francia, Jim Morrison fue encontrado sin vida en la bañera por su pareja Pamela Courson. Tenía 27 años. La noticia corrió como pólvora entre los círculos del rock, aunque con una extraña lentitud mediática, ya que no hubo escándalo inmediato, ni circulaban fotos y las versiones eran ambiguas.

 

No se le hizo una autopsia, por lo que la causa oficial de muerte quedó como "paro cardiaco". Sin embargo, las teorías acerca de una sobredosis, negligencia médica o incluso suplantación no tardaron en circular para alimentar el mito.

 

El cantante murió joven, a los 27 años, en silencio, lejos del ruido de Los Ángeles, California, y las multitudes que lo seguían. Lo enterraron en el cementerio de Père-Lachaise, en donde comparte espacio con Oscar Wilde y Edith Piaf, como si incluso en la muerte necesitara seguir en buena compañía.

 

Jim Morrison era el alma salvaje de The Doors

 

El cantante, quien cumple 53 años de fallecido, nació el 8 de diciembre de 1943 en Melbourne, Florida, y se convirtió en el vocalista más incendiario de los años 60.

 

Junto a Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore, fundó The Doors, en 1965, y rápidamente conquistaron la escena musical de Los Ángeles. Con su voz grave, mirada magnética y actitud impredecible, Morrison llevó al grupo más allá de la psicodelia: lo empujó hacia la poesía, la provocación y la ruptura total con las reglas de la industria.

 

Su disco debut The Doors (1967) incluyó temas icónicos como “Break on through (to the other side)” y “Light my fire”, que los colocaron en la cima. Le siguieron Strange days, ese mismo año, y luego obras como Waiting for the sun (1968), The soft parade (1969), Morrison Hotel (1970) y finalmente L.A. woman (1971), el cual se grabó poco antes de que Jim se mudara a París, Francia.

 

Sus presentaciones en vivo eran legendarias por lo impredecibles. En un escenario, el intérprete podía ser un chamán, un poeta o un incendiario verbal. Fue arrestado más de una vez por obscenidad pública, insultos o incitar al caos. Pero era justo eso lo que lo separaba del resto; es decir, su capacidad de desafiar a su audiencia y a sí mismo con cada aparición.

 

El misterio que rodea su partida

 

Jim Morrison llegó a París en marzo de 1971, buscando escapar del frenesí estadounidense, del acoso legal y del cansancio mental. Ahí vivió discretamente con su pareja de ese entonces, Pamela Courson. En su guarida parisina, Morrison escribía poesía y alejándose, en teoría, del alcohol y las drogas. Sin embargo, los excesos no desaparecieron del todo.

 

El 3 de julio fue hallado muerto. Las versiones sobre lo que ocurrió esa noche son muchas. Algunos testigos aseguran que había consumido heroína, otros que murió en un club nocturno y fue llevado a su apartamento después. La ausencia de la autopsia, autorización que dio la policía francesa al no haber señales visibles de violencia, dejó el caso envuelto en especulaciones.

 

Su muerte a los 27 años lo integró automáticamente al llamado "Club de los 27", ese trágico listado que incluye a Janis Joplin, Jimi Hendrix, Brian Jones, Kurt Cobain y Amy Winehouse. Músicos con carreras breves, vidas intensas y finales prematuros, idealizados por generaciones enteras.

 

Jim Morrison es una leyenda que no ha muerto

 

Más de cinco décadas después, Jim Morrison sigue siendo uno de los músicos más intensos y complejos del rock. Su imagen, camisa abierta, cabello largo y la mirada fija a la cámara, es parte de la cultura pop global. Pero más allá del póster o la fotografía, queda su obra: discos, poemas y una actitud que rompió con todo lo establecido en ese entonces.

 

Jim Morrison también fue poeta. Publicó en vida obras como The lords and the new creatures (1970) y dejó una enorme cantidad de textos inéditos, muchos de ellos publicados tras su muerte. Su lírica en canciones como “The end” o “Riders on the storm”, con The Doors, revelan una mente literaria, más cercana a William Blake que a cualquier rockstar de la época.

 

Es un símbolo que sigue vigente

 

Cada generación encuentra en Morrison una figura diferente. Para algunos es el rebelde total, para otros un poeta maldito, un chamán psicodélico o simplemente una estrella de rock que se apagó demasiado pronto. Su influencia llega hasta músicos actuales, desde Pearl Jam hasta Lana del Rey, quienes lo han citado como inspiración al escribir las letras de sus canciones y en su estética.

 

En el cine, Oliver Stone inmortalizó su vida en The Doors (1991), con el fallecido Val Kilmer en un papel que rozaba la posesión actoral. Documentales, libros, biografías y ensayos continúan apareciendo buscando explicar el magnetismo de un hombre que parecía imposible de entender incluso para sí mismo.

 

Su tumba en París se ha convertido en un lugar de peregrinación. Fanáticos de todas partes del mundo acuden a dejarle flores, botellas de vino, frases o simplemente a escuchar en sus audífonos las canciones que definieron una época. Durante años su lápida fue objeto de intervenciones, grafitis y homenajes hasta que se colocó una inscripción en griego antiguo: “Kata ton daimona eaytoy”, que puede traducirse como “Fiel a su propio espíritu”.

 

Jim no solo cantó sobre cruzar al otro lado; lo hizo literalmente. Pero no se fue del todo. Su voz, sus palabras y su misterio siguen resonando. El 3 de julio no es solo una efeméride del rock, sino un recordatorio de que algunas almas salvajes no pueden ser domesticadas, ni siquiera por el tiempo.

 

Imagen: Instagram @thedoors

Tags: Jim Morrison, Efemérides, The Doors

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